España
“En unos años te estaremos viendo a ti”. Eso le dijo su padre a Juan Carlos (Badajoz, 1998) cuando en 2016 fueron al Price a ver el espectáculo CRECE. Habían aprovechado el viaje, ya que sus padres le acompañaban a Madrid cuando iba a empezar sus estudios en la escuela de circo Carampa. Juan Carlos estaba maravillado con este espacio, como a tanta gente le pasa cuando entra por primera vez, y se rió cuando escuchó esas palabras, quizá porque se imaginó realmente en esta pista, con esa ilusión del que va a empezar un proyecto que le apasiona.
Su vocación artística comenzó pronto, con escasos tres años, cuando se aprendió todas las coreografías del baile de fin de curso del colegio de su hermana. Canciones de Sonia y Selena, David Civera y Paulina Rubio que fueron repetidas en bucle en una cinta VHS hasta que un preescolar que apenas sabía hablar las memorizó. Por eso, en cuanto finalizó el Bachillerato se trasladó de su Extremadura natal a Madrid a cursar estudios de circo. De ahí se especializó en verticales mediante cursos de la escuela DOCH de Estocolmo para, en 2019, audicionar y ser aceptado en la ESAC en Bruselas.
De Bélgica se despidió con este número de verticales, titulado “El patio”. En él, Juan Carlos mezcla el circo con su otra pasión, la poesía, que comenzó a la edad de 8 años. El patio es esa intimidad que, al enseñarla al público, deja de ser íntima, pero conserva algo especial. Ese espacio escondido de una casa que, al mostrarse, pasa a cuestionarse bajo la mirada del otro.
“Me dormí una vez en mi patio
y era de noche y no había salido la luna
y allí, entre el romero recién cortado,
decidí quedarme con mis manos recién cortadas
para regarlas por amor.
¿Tú crees en esas cosas?”